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  • Foto del escritorConsultora Sensum

El líder político que quiere la gente.

A lo largo de la historia surgieron líderes, a veces de la nada y otras veces oportunamente de un grupo o movimiento, pero siempre con el ímpetu y la capacidad de guiar a su gente y transformar su realidad.

En la antigüedad los mitos contaban la historia de líderes que se oponían a grandes tiranos, cambiando el destino de pueblos y naciones, la motivación por un orden social justo, de paz y equilibrado hacia parte del relato mitológico compuesto por figuras humanas divinizadas.

En la edad media encontramos figuras similares, pero en la mayoría de los casos eran historias verídicas adornadas por el narrador de cuentos, dándole matices y contrastes que ayudaban a fortalecer la imagen de un líder fuerte, heroico, que muchas veces arriesgaba todo, hasta su propia vida, fue una época de líderes que se volvieron mártires, seres que perseguían causas nobles, frente a un estado corrupto y violento.

Actualmente estos símbolos están presentes en la mayoría de las sociedades, y en la nuestra mucho más. Estudios recientes nos permiten ver como nuestra región es propicia para la aparición de líderes mesiánicos, y aunque estos vayan en contra de la ley o de las instituciones democráticas, la gente, el pueblo, está predispuesto a aceptar ciertas anomalías, siempre y cuando el líder solucione los problemas de la nación.

Durante la presidencia de Carlos Menem (1992), investigadores llevaron adelante una encuesta en la que formularon hipótesis para volcarla al terreno, preguntando en los barrios más populares de la provincia de Buenos Aires, ¿cuál era su líder ideal o qué tipo de líder político aceptaban más según el contexto? Una de las preguntas planteaba una situación de elección a presidente, donde se buscaba saber si el voto era destinado al partido o al candidato, el 56% de los encuestados dijo que votaba por el candidato, un 29% por el partido que representaba el candidato y un 12% por las dos razones, el porcentaje restante se mantuvo entre no saber que contestar y ninguna de las opciones presentadas.

Una investigación realizada en el 2009 a referentes políticos, dejaba en evidencia que los líderes piensan que la gente quiere un líder fuerte, poco democrático pero con capacidad de resolver los problemas de la gente. Si bien los entrevistados coincidían en que una persona así, no contribuye al dialogo ni al equilibrio del sistema político, es una figura muy presente.

E. Bernays, afirmaba que un candidato puede ser la piedra filosofal que salva cualquier programa político. En el contexto político actual un líder político es eso y un conjunto de características más; debe ser carismático, competente, empático, fiable, integro, buen comunicador de sus ideas. La pregunta es ¿es posible que exista alguien así? La respuesta simplista es si, pero no, tal vez, o como dice un colega, la cosa es más compleja de lo que parece. Actualmente un buen político cuenta historias, estas pueden ser mitológicas, heroicas, realistas, no importa cuál, debe contar una historia y ella debe conectar con sus seguidores de manera directa y poder atraer nuevos adeptos.

Las dos investigaciones citadas muestran como dos universos tan diferentes de nuestra sociedad están predispuestos a tener un líder fuerte, poco democrático, pero con capacidades de llevar paz y equilibrio a los problemas de la gente. También vimos que en la antigüedad y en la edad media, los líderes o héroes deben encarnar una realidad que necesita de ellos para sufrir una transformación, y si la realidad depende de quienes cuentan la historia, hay que asegurarse de que la narración sea la correcta, para que el candidato se vuelva el líder político que quiere la gente. ¿Qué gente?...


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